Con la evolución de las nuevas tecnologÃas, el tiempo parece que pasa demasiado rápido, o al menos se siente asÃ. El problema es que vivimos en una sociedad consumida por el estrés y la prisa de hacer cualquier cosa, vamos corriendo a los sitios, no queremos esperar a nada, la intriga, el miedo, las angustias, todo pareciera conspirar contra nosotros y ahora se suma el tiempo, que pareciera ir en contra de nosotros.
Este fenómeno, que todos experimentamos de diferente forma, no es solo una percepción subjetiva; tiene raÃces en cómo funciona nuestro cerebro y cómo vivimos la temporalidad de nuestras vidas en diferentes etapas y estados mentales.
Si bien el tiempo parece ser es una constante objetiva, nuestra su percepción del mismo está lejos de serlo. Lo que para un niño puede parecer una eternidad, un año escolar por ejemplo, para un adulto ese mismo periodo de tiempo, pasa de otra manera. Esta percepción subjetiva del tiempo no solo depende de nuestra edad, sino también de nuestros estados mentales y de la forma en que nuestro cerebro procesa los eventos temporales. La percepción del tiempo también depende de los niveles de neurotransmisores como la dopamina, que juega un papel crucial. Niveles altos de dopamina, como los que ocurren en estados de euforia o excitación, o cualquier estimulo del sistema dopaminérgico puede hacernos sentir que el tiempo pasa rápidamente.
La percepción del tiempo es un fenómeno en el que también participan la memoria y la atención. Los cientÃficos denominaron a esa percepción como expansión del tiempo y concluyeron en que estaba relacionada con sentimientos de aislamiento y falta de actividades reconfortantes durante todo ese perÃodo. Ocurre que la percepción del tiempo, esa forma de sentir que todo pasa volando o no, es un fenómeno complejo en el que también participan la memoria y la atención que se le presta al transcurrir de horas, dÃas, meses y años.
Casi todos tenemos la percepción de que últimamente el tiempo vuela, no nos cunde, es como si pasara más rápido de lo normal. Hay diferentes teorÃas que intentan dar explicación a esta sensación tan generalizada. La que más me llama la atención es la que relaciona esta percepción de que el tiempo está acelerado con los cambios en la denominada frecuencia Schumann. El desfase que se está produciendo entre una y otra frecuencia serÃa el causante de que las personas tengamos la percepción de que el tiempo pasa más deprisa que hace unos años. Es decir, nuestras células han acelerado su pulso para adaptarse al incremento del pulso de la Tierra. Y de la velocidad de ese pulso depende nuestra percepción del tiempo. Como resultado de ese desfase, las veinticuatro horas del dÃa equivalen ahora a dieciséis.

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