Cierta tarde en junio 1840 un pastor se encontraba recogiendo a su rebaño en una pendiente a medio camino hacia la cima del Monte Ararat situado entre lo que hoy es Armenia y Turquía, inesperadamente se escuchó un fragor sordo y profundo mientras la tierra comenzaba a trepidar los animales se encabritaban como enloquecidos y justo entonces la montaña entera pareció estremecerse en violento movimiento, fueron tan intensos y continuos aquellos estertores que el piso parecía ondular como agua bamboleando al aterrorizado pastor de un lado a otro, cuando al fin cesaron aquellas convulsiones y el hombre se atrevió a mirar a su alrededor todo parecía estar envuelto en una nube de polvo hacia arriba y al tope de uno de los desfiladeros del monte Ararat unas rocas habían sido desplazadas permitiendo ver lo que normalmente permanecía cubierto por nieve allí y casi al borde de una gigantesca hondonada, el pastor logró distinguir sobresaliendo entre la nieve una masa oscura de forma rectangular recordaba a la de algún tipo de embarcación bastante grande, podría tratarse acaso pensó el pastor, de aquella legendaria arca descrita en las escrituras.
En su libro el arca del Ararat, los investigadores creacionistas John Morris tras mencionar lo comentado al inicio, insiste en que lejos de ser sólo una alegoría bíblica el arca de Noé, en realidad existió y fue construida con un tipo de madera amarilla gofer del mismo género del ciprés, citan incluso a distintos arqueólogos evolucionistas quienes admiten que y de haber existido debió ser construida para que resistiese bastante tiempo a flote y con dimensiones capaces de dar cabida a muchos y diversos animales en compartimientos específicos, según la especie. Tanto la tradición oral sobre el arca como la escrita es muy abundante, pero las especificaciones presuntamente dictadas a Noé por Dios como reza en el libro sagrado génesis 6:15, dan pie a los escépticos para manifestar sus dudas, “y el señor ordenó a Noé, el largo de tu arca será de 300 cubitos y su ancho de 50 con una altura de 30 cubitos, una ventana harás tú en esa arca y en un cubito la terminadas en la parte alta, la puerta de la nave la construirás en uno de los lados y deberá tener un piso inferior otro medio y uno superior”. Medidas que han sido motivo de polémicas desde épocas remotas, ya que arrojaría según los expertos un tamaño ridículamente pequeño para una embarcación que debía alojar no solo a Noé y su familia, sino a unas 700 clases de animales número exorbitante si se toma en cuenta que tantas especies zoológicas debían ser alimentadas diariamente, además como se mantendría aparte a los feroces carnívoros. Siendo el tema tan polémico e inagotable para incluir todos los argumentos en pro y en contra de la existencia del arca, en la actualidad la tendencia es de abierto escepticismo pero aún así el tema sigue vigente con la aparición reciente de varios libros en pro y en contra de esa posible existencia de una enorme embarcación supuestamente construida por Noé, muchos de tales volúmenes tratan el asunto con cierta ecuanimidad, otros lo hacen más bien en tono burlonamente escéptico y en algunos casos hasta de manera agresiva, desafiando a los creacionistas para que presenten esas pruebas que ellos los creacionistas insisten en ofrecer como clara de evidencia a favor del relato bíblico.
0 Comentarios